miércoles, 13 de julio de 2011

Lluvia


La lluvia repiquetea sobre el cristal. El sol, oculto tras las nubes, da un tono ocre a la imagen que se ve tras mi ventana. La lluvia cae sobre los árboles y va limpiando el aire cargado y sucio, dejando un olor fresco, limpio, natural, húmedo, agradable. Ese olor me llena, me recorre y me trae recuerdos. Tantas horas delante de la ventana, tantas horas sentada sobre esa mesa, observando la ciudad a mis pies. Tantas personas corriendo, y yo sentada, mirando al infinito, la lluvia cayendo, llenando el cristal de gotas que van formando dibujos, formas sinsentido que deforman la realidad que hay detrás del cristal. Y el olor. Ese olor relajante, ese olor que indica que la tierra se limpia, que nuestro mundo tiene su propio método de depuración. Esas nubes grises, con tantos tonos, imposibles de contar y representar, ese aire fresco y húmedo que entra por el resquicio abierto de la ventana, todo forma parte de ese fenómeno tan perfecto, tan especial y que llena mi mente, haciendo que cada vez que llueva sea un momento especial. Y así es. Y otro recuerdo llega a mi cabeza. Es otra casa, es otro lugar, un lugar en el que he estado mucho menos tiempo, pero tan especial como el anterior, si no más. Un lugar de mi infancia. Un apartamento. La playa. Las lluvias del verano en aquellas casas. La sensación de escuchar y ver la lluvia en el balcón. Las nubes sobre el mar. Y el olor. Siempre el olor. Y la sensación. Sensación de felicidad, de inocencia, de calma. La lluvia delante mío, cayendo sobre el mar, sobre el suelo, sobre la tierra, sobre las plantas. Todas las imagenes se juntan, todas las sensaciones, se unen en una sola, mezclando los distintos momentos que recuerdo, juntando las distintas etapas de mi vida. Y todo por ese olor. Todos los recuerdos, esas estampas, esas imagenes que tantas veces he visto, que han quedado marcadas en mi mente. Y la lluvia. La linda y suave lluvia llenándolo todo, haciendo que todo sea más puro, más limpio, más original. Y cierro los ojos. Y la suave brisa hace que mi pelo se mueva. Y el olor me llena. Y vuelvo a recordar. Y vuelvo a sonreír, como siempre, una vez más.




Llevaba esperando todo el día a que lloviera, y al final lo ha hecho. Y me ha inspirado. Estoy bastante feliz: salgo con mis amigos, trabajo, escribo, escucho música y no pienso demasiado en cualquier cosa que pueda impedir que siga de buen humor. No está mal, ¿eh?

El día 19 me dirán si entro o no en periodismo. Señores y señoras, aún queda una semana de sufrimiento. Informaré en cuanto sepa algo, aunque aquí no sé cuándo lo diré. Para información más inmediata, aquí.

No tengo mucho que decir, estoy feliz y es verano; hace demasiado calor y es de noche. Y como no hay nada interesante que contar, a parte de la habitual canción que pongo al final de cada entrada pondré otro relato breve breve que escribí otro día de lluvia, cuando todavía iba a clase.

En mi mesa de noche, todavía por empezar o apenas empezados, tengo: Emma (Jane Austen), El árbol de los Haikus, El Blues del Detective Inmortal (Andreu Martín) y, como relectura, Harry Potter and the Deathly Hallows (J.K.Rowling). Cuando empiece a leer ¡no voy a parar!





Lluvia, lágrimas del cielo, grito mudo de un mundo que está muriendo. Lluvia, tan real, tan mía, tan íntima. Reflejo de la realidad, rostro de mi corazón, tinta de mis palabras. Lluvia, limpia el aire, vacía el dolor, cae sobre la tierra y la llena de vida. Oh, lluvia, bálsamo de heridas, quejido de la tierra e inicio de una nueva vida. Lluvia, real, triste, húmeda, necesaria, amada y odiada. Oh lluvia, luz, color, frío y calidez todo a un mismo tiempo. Lluvia que caes sobre mi, que resbalas por mi rostro y limpias mi alma, lluvia que haces sentir y haces que el sol vuelva. Lluvia que creas el color, que haces que la luz brille. Lluvia. Tú que llenas mi corazón, brotas por mi alma y te materializas, tú eres ese líquido que da color al mundo, tú eres ese brillo que se detecta cuando menos lo esperas. Oh, lluvia, tú eres la calma, la verdadera felicidad, el nuevo comenzar y el motivo de cualquier vida. Sal, surge de nuevo, limpia este corazón herido, sana a esta tierra abandonada, haz que el sol vuelva a salir, haz que la luz vuelva a brillar sin toda esa mierda que llena el aire. Vuelve a crear los colores del mundo y una sonrisa del alma. Vuelve a caer y limpia, renueva ese cielo constante de tristeza y alegría, deja que vuelva el sol y vuelve a comenzar. Busca otro lugar y después vuelve a limpiar, para hacer olvidar, para dejarme perderme en ti. Lluvia, vuelve a caer, vuelve a brillar.